Cumpliendo los postulados de esta ilustre corporación, de fructífera
labor pedagógica, rectora de la historia del estado Carabobo¸ el 5 de abril del
2008 me permitieron el alto honor de ingresar como Miembro Correspondiente,
exponiendo el tema “tres monumentos
faltan el glorioso Campo de Carabobo”. De nuevo cumpliendo con el precepto
tradicional y reglamentario, gracias a la confianza y generosidad de la Junta
Directiva y los señores individuos de número, me han concedido la honra de
incorporarme como Individuo de Número, presentando a su digna consideración “Apología del general en jefe Antonio José
de Sucre, el prócer más puro de la independencia americana” . Hónrome
sustituir en el seno de la Academia al
doctor José Clavo López quien ocupó el Sillón letra “S”, brillante jurista
valenciano de amplia y reconocida trayectoria, de atildado estilo, autor de
varias obras que engalanan las bibliotecas del estado, destacado docente,
fundador de instituciones sociales y culturales en Valencia y Puerto Cabello.
De amplios conocimientos, experiencia educativa y activa
participación, con una
clara trayectoria basada en la laboriosidad y la sencillez. Acudimos a una cita
con la historia y con nuestro memorable pasado, porque la historia es madre y
maestra, está en constante movimiento, porque no es otra cosa que la vida misma;
ella permite desentrañar los orígenes de las brumas del tiempo, nos despierta
una inusitada preocupación por llegar al fondo de los acontecimientos que
dieron nacimiento a la formación de los pueblos. La mejor vía para interesar a
nuestros paisanos es hacerles ver que, el pasado tiene consecuencias en el
presente, y de esto depende el futuro; de allí que: “Un
pueblo que no conozca su pasado, está irremediablemente condenado a repetirlo”.
La mayoría de los venezolanos que hicieron la independencia, no eran
fundamentalmente diferentes de sus padres y de sus abuelos; eso si, tuvieron
una gran oportunidad que quizás los otros no tuvieron, y supieron mostrarse a
la altura de ella. La tarea en estos
convulsionados tiempos, es la de rescatar la cultura y la herencia histórica; posiblemente hoy despertamos a los
muertos, pero también es importante desvelar a los vivos, para que puedan
internalizar el significado del pasado; y puedan cumplir el importante rol que
por tarea implícita o deducida deban ejecutar. No volvamos la mirada al
pasado para extasiarnos en su grandeza y significado, sino que nos sirva para
reflexionar y rememorar las jornadas y los protagonistas que nos enaltecen. Venezuela
dio para sí y para el mundo cinco grandes embajadores a saber: Generalísimo
Francisco de Miranda, el más universal de los venezolanos.
Libertador Simón Bolívar, Padre de seis naciones.
Don Andrés Bello, Padre de la Gramática Americana.
Don Simón Rodríguez, precursor de las Escuelas Técnicas en América; todos
nacidos en Caracas. 1
Gral. en jefe Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho,
representante de la juventud y de la provincia , nacido en Cumaná, de quien nos
referiremos en esta valiosa oportunidad. Corta pero fructífera fue la vida de Sucre, como suele ser el
destino de los grandes hombres que hacen
sentir los valores de la verdad, la moral y la libertad. Vio la luz primera en
la primogénita Cumaná el 3 de febrero de
1795, hijo del coronel Vicente Sucre y Urbaneja y Doña María manuela Alcalá,
por cierto Don Vicente dejó honda huella
como prócer de la independencia, con el doctor José María Vargas, estuvo
prisionero en las bóvedas de La Guaira en 1812; dio la libertad a sus esclavos
incorporándolos a la lucha emancipadora; su mayor aporte fueron sus hijos,
muchos de ellos sacrificados en el avatar bélico. Cual balanza de la justicia su destino estuvo señalado por la desgracia y
la gloria; pasó diez años en Venezuela en el tiempo del aprendizaje, aplicando
la táctica como subalterno desde 1810
hasta 1820, y fuera de Venezuela como
jefe y estratega desde 1820 a 1830. Huérfano de
madre, el niño “Antoñito” como se le conocía, es llevado a Caracas de la mano
de su tío y padrino el sacerdote Antonio Patricio Alcalá, Arcediano de la
Catedral. En 1808 inició estudios de matemáticas e ingeniería en la recién
creada academia del coronel español Tomás Mires. Al presentarse los
acontecimientos del memorable 19 de abril de 1810, es enviado a Cumaná donde
ingresa en calidad de cadete en la
Compañía de Nobles Húsares de Fernando VII, unidad de honores dirigida por Don
Vicente. A los quince años egresa como
subteniente de las Milicias Regladas de
Infantería el 12de julio de 1810, ese año inicia su proyección en la historia
como soldado y esclavo del deber y del honor. En octubre de ese año la Junta
Suprema de Caracas lo designa Oficial de ingenieros y enviado a Margarita para
ejecutar obras de mantenimiento en los fuertes allá existentes. El 31 de julio
de 1811 recibe el despacho de teniente de ingeniería. La capacidad e iniciativa
son tomadas en cuenta para designarlo oficial de artillería en Barcelona. Al
poco tiempo es designado para integrar el estado mayor personal del generalísimo Francisco de
Miranda durante las operaciones sobre Valencia en julio y agosto de 1811; en
esa oportunidad estará también al lado del futuro Libertador, recibiendo ambos su
bautizo de fuego el 22 de julio. Sobre esa actividad tomamos nota de lo
expresado por el apreciado consocio, Cronista de la Ciudad y de la Universidad
de Carabobo, el doctor y académico Guillermo Mujica Sevilla (cito):
“Valencia se ha honrado, a través
de los tiempos, honrando al Mariscal Sucre. Es nuestro deseo que él, desde el
Nirvana de los hombres justos y geniales donde se encuentra, desde el Panteón
de nuestros Héroes, mire a Valencia y
piense: Nací en Cumaná, que quiero; pero tengo una ciudad que siempre me ha
querido, y a la que quiero mucho: Valencia. 2
Me siento orgulloso de ella, no
solo por su historia, sino porque sus hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han
seguido la senda positiva que les indiqué en mi corta vida”. “No es
casualidad que esta ciudad se encuentre cerca del Campo de Carabobo. Ni es
casualidad que en ella la Estatua de la Libertad que me representó tanto
tiempo, siga con el brazo en alto, señalando, como yo senderos y esparciendo la
Luz” (fin de la cita); lamentablemente esa estatua obra del escultor
Giovanni Turini, colocada en esta ciudad en febrero de 1895, dedicada al primer
centenario del natalicio del ilustre cumanés, conocida como “la peregrina”, ubicada inicialmente en la Plaza
Sucre hasta 1930, cuando se colocó en San Blas, y luego en la parte este de la
ciudad, donde fue dañada y desaparecida, sin tomar en cuenta que
antes de ser objeto político, fue un homenaje de Valencia al “Prócer mas puro
de la independencia americana”. Estudiamos que al perderse la Primera República
con la capitulación de Miranda el 25 de julio de 1812, Domingo Monteverde viola
los acuerdos capitulares, Sucre se
traslada hacia Cumaná, escondiéndose con sus hermanos en la hacienda de
Cachamaure, cerca de Cariaco. Iniciada la invasión desde el islote de
Chacachacare al mando del coronel Santiago Mariño el 13 de enero de 1813, este
joven de dieciocho años se incorpora al ejército oriental, formando parte del
Estado Mayor. Según opinión de sus jefes
y subalternos, este paladín se destaca
por su espíritu de trabajo, el celo en la ejecución de sus tareas, la
discreción y sobre todo el interés que
le pone a cada orden y a cada
movimiento. Las fuerzas de oriente y occidente se reúnen en La Victoria el
5 de abril de 1814, Mariño acepta la jefatura del Libertador, se trasladan a
Valencia, donde triunfarán en la Primera batalla realizada en la sabana de
Carabobo el 28 de mayo de 1814. La caída
de Venezuela en 1814, permitirá una de las demostraciones más contundentes de
la grandeza militar de Sucre como inmediato del impetuoso José Francisco
Bermúdez; será Cartagena de Indias y las acciones desesperadas y heroicas de su
defensa, las que se anidaban en el alma del joven teniente coronel. Como oficial de ingeniería fue encargado de
las obras y emplazamiento de las piezas
de artillería en la fortaleza de La Popa; famoso son los pontones para el
muelle que colocó este hijo de Cumaná. La fuerza española superior en número y
en logística, hace inútiles los esfuerzos,
y Cartagena la heroica, será un símbolo eterno de la grandeza humana ante un
avasallante enemigo. Tras ciento dieciséis días de férreo asedio, el 5 de
diciembre de 1815 los republicanos y con ellos Sucre, pudieron desengancharse
para trasladarse en la goleta “Constitución”, propiedad del prócer francés
Renato Beluche hacia Jamaica y Haití. Sucre sin participar en la Expedición de
los Cayos de San Luís, de Haití pasa a Trinidad. Al dirigirse a Cumaná accede náufrago y solitario. Pronto
se incorpora al ejército de Mariño y Bermúdez. 3
Sus méritos le merecen el ascenso a coronel el 1ro de diciembre de
1816, grado que sería ratificado por Bolívar el 6 de agosto de 18. En la región
oriental se había reunido una Junta de Oficiales el 8 de mayo de 1817,
actividad conocida como el “Congresillo de Cariaco”, donde se desconocía la
autoridad de Bolívar; Sucre y Urdaneta se encontraban en Cumanacoa, y al
recibir la decisión del Congresillo,
negándole su apoyo, en muestra de lealtad decidieron trasladarse a Guayana en
busca del Libertador; Sucre es designado comandante del Cuerpo de Infantería
del bajo Orinoco y jefe de Guayana La Vieja; a partir de este momento de la
historia, Bolívar y Sucre mantendrán una amistad imperecedera. El 4 de octubre de 1817 es designado
Bermúdez comandante de la provincia de
Cumaná, y Sucre como jefe del estado mayor, ante este importante nombramiento solicitó al
Libertador el Manual de los Estado Mayores del francés Manuel Thiebault; Sucre
diría:”Sin dicho libro, podré cometer
faltas que no estarán a mi alcance”. El vicepresidente de la República de Colombia-La Grande, Francisco
Antonio Zea, tomando en cuenta los
indiscutibles méritos del joven oficial, lo asciende en agosto de 1819 a general de brigada,
grado ratificado por Bolívar el 16 de
enero de 1820 en San Juan de Payara, lugar de los llanos apureños, donde le
asigna una delicada misión en el aspecto logístico, llevará sesenta mil pesos
en oro y plata que tenía que recoger en Angostura para adquirir en Saint Thomas a través del
señor Vincent Benedetti: cuatro mil fusiles con sus respectivas bayonetas,
trescientos sables, mucho papel, pólvora y plomo. Cumplida exitosamente la misión,
al presentársele al Libertador en Cúcuta para rendir cuenta de su cometido. Al
verle llegar montado en una mula, Daniel Florencio O´Leary, edecán del
Libertador, que no lo conocía expresa: ¿Mi general, quien ese mal jinete que se
aproxima ¿ Bolívar le contesta: “Es Sucre, uno de los mejores oficiales del
ejército, reúne los conocimientos profesionales de Soublette, el bondadoso
carácter de Briceño Méndez, el talento de Santander y la actividad de Salóm;
por extraño que parezca, no se le conocen, ni se sospechan de sus aptitudes;
estoy resuelto a sacarle a la luz, persuadido que algún me rivalizará. El
27 de septiembre de 1820 desde el cuartel general de San Cristóbal; el
Libertador lo designa encargado de la
Secretaría de Marina y Guerra. Su capacidad le permite ser nombrado el 16 de noviembre de
1820 Jefe del Estado Mayor del Ejército en reemplazo del general Carlos
Soublette ascendido a vicepresidente interino. El alzamiento producido en
España el 1ro de enero de 1820 en Cádiz contra el rey Fernando VII por violar la Constitución
de Sevilla promulgada el 19 de marzo de 1812, impide el envío de diez mil soldados en refuerzo de las
menguadas tropas de Morillo, quien fue autorizado en abril de 1820 para lograr
un entendimiento con Bolívar.
4
Sucre fue designado para presidir las negociaciones acompañado del
coronel Pedro Briceño Méndez y del teniente coronel José Gabriel Pérez. Las
conversaciones se iniciaron el 22 de noviembre, culminando el 26 con los
Tratados de Armisticio y Regularización de la guerra, ratificados y firmados por Bolívar y Morillo,
sellados mediante un abrazo en Santa Ana de Trujillo. El Libertador escribiría: “Este Tratado elaborado por Sucre, es
digno del alma de aquel negociador, la clemencia, el genio de la beneficencia
lo dictaron, él será tan eterno como el más grande monumento de la piedad
aplicado a la guerra, él será eterno como el nombre del vencedor de Ayacucho”.
Esta diligencia negociadora, permitió que en el Congreso de Historia realizado
en Bucarest en 1980, a
propuesta del doctor e historiador ecuatoriano Jorge Salvador Lara, Sucre haya
sido designado “Precursor del derecho
Humanitario Internacional”, adelantándose 43 años a la creación del Comité
Internacional de la Cruz Roja y 44 años de los Tratados de Ginebra. La
diligencia de Sucre en Trujillo, permitió humanizar la beligerancia mediante el
canje de prisioneros, no llevar los conflictos a las poblaciones, honores a los
fallecidos, atención a los heridos los cuales no deben considerarse como
prisioneros de guerra; delicada misión que revelan a un Sucre diplomático, eficiente y sin idea de venganza. El 21 de
enero de 1821 en Bogotá, es designado Comandante del Ejército del Sur; le
correspondería iniciar la marcha al Sur, tan llena de problemas como de gloria,
oportunidad para tomar decisiones bajo su única y exclusiva
responsabilidad. Iría acompañado como
buen ingeniero de su escuadra, compás, lápiz, juventud y voluntad de vencer;
ningún oficial había recibido tanta confianza y puestas las esperanzas en la
redención de los pueblos. Al pasar por Cuenca, funda en marzo de 1821 la Corte
de Justicia. Una vez reforzado el ejército, y resuelto el problema político se
moviliza hacia Yaguachi, donde triunfa el 12 de agosto, luego derrotado el 12 de septiembre en Huachi. Sin perder
tiempo prepara una ofensiva sobre las posiciones realistas en Quito. La noche
del 23 de mayo de 1822, avanzó sigilosamente con sus batallones, sorteando
precipicios y desfiladeros, bajo lluvia y baja temperatura; muchos de los
soldados para mitigar el frío se flagelaban; nuestro “poeta del pueblo” Andrés
Eloy Blanco al referirse a nuestros paisanos diría: “Que en una mañana fría un llanero le preguntaba a otro, ¿tienes
frío¿ recibiendo como respuesta… para
que frío, si no tengo cobija. La Sorpresa empleada por Sucre al cambiar su
dispositivo de la noche a la mañana, le permitió coronar con éxito la cima del volcán Pichincha
a 3.200 metros de
altura, frente a la señorial ciudad de Quito,
5
Cuyos habitantes presenciaron cual pantalla gigante, la acción iniciada
a las 8 de la mañana del 24 de mayo contra el general Melchor Aymerich.
En el Fuerte Panecillo cercano a Quito, el héroe cumanés ofreció una honrosa capitulación. Bolívar triunfante
en Bomboná el 7 de abril, al enterarse del triunfo de Sucre, apuró la marcha
para entrar a Quito el 16 de junio, ascendiéndole el 18 de junio a general de división y designarlo Intendente
de la ciudad. El libertador escribiría al referirse al triunfo en Pichincha “Cima de la libertad”:”Esa batalla consumó la obra del celo de
Sucre, de su sagacidad, de su valor…aquellos pueblos veían en el su Libertador, su amigo, se mostraron más
satisfechos del jefe que les era destinado, que de la libertad misma que
recibían de sus manos”. Así demostraba
Sucre la confianza en él depositada, iba cerro arriba, historia adentro
buscando la victoria. Capaz de luchar en
cualquier tipo de terreno, sin escogerlo y sin exponer sus tropas a las
derrotas; sus planes de operaciones eran
simples, sencillos y eficientes. Como Intendente de Quito; supervisó el pago de
impuestos y su debido uso; ordena que sea el mérito quien determine los
ascensos de los empleados públicos; allá conoce a Mariana Carcelén y Larrea
Marquesa de Solanda y de Vilarocha, joven de diecisiete años, su futura esposa
luego de seis años de ausencia. Sucre Emitió una Ordenanza para el Aseo Urbano
el 19 de agosto de 1822, la más antigua que se conoce en América. El 13 de
abril se embarcó con destino al puerto peruano de El Callao, para continuar a
Lima a fin de resolver problemas de
carácter político y militar. Bolívar llega a Lima el 1ro de septiembre de 1823.
Ambos Inician las operaciones el 29 de julio de 1824 desde la población de
Huaraz. El 6 de agosto de 1824, se realiza el combate de Junín, cerca de la
población de Reyes, a más de tres mil metros de altura, combate “silencioso”
contra el general realista José de Canterac, encuentro armado realizado con armas blancas: cuchillos,
sables, lanzas y bayonetas, no se efectuó ningún disparo; las tropas ejecutaron el famoso “Vuelvan Caras”; Sucre no
participó en el combate por venir avanzando con la infantería a ocho kilómetros
de distancia del la caballería. Ambos ejércitos quedaron seriamente disminuidos.
El Libertador le ordena a Sucre
reorganizar la parte logística del ejército, misión cumplida con
prontitud y eficiencia. Molesto de estar en la retaguardia, realizando una
actividad que bien la hubiera cumplido un oficial subalterno; le escribe al
Libertador desde Jauja el 27 de agosto. Bolívar le contesta desde Huamanga el 4
de septiembre diciéndole que le había encomendado esa misión por considerarlo
el más capaz para cumplirla, lo consideraba el general del soldado; la gloria de
Sucre está en ser grande y ser útil. Concluye
Bolívar su misiva:
6
“Si usted quiere venir a ponerse
a la cabeza del ejército yo me iré atrás y usted marchará adelante para que
todo el mundo vea que el destino que he dado a usted no lo desprecio para mí. Soy de
Ud. de todo Corazón. Bolívar. Previo al combate de Junín, el Congreso de
Colombia revocaba al Libertador el mando de las tropas en el Perú, dejando
encargado el 6 de octubre a su hombre confianza, en la continuación de las
operaciones como Comandante del Ejército Libertador indicándole: “Haga
usted lo que mejor le parezca, y esta
autorización no incluye ni modificación ni restricción”. En su
avance hacia las posiciones enemigas
le correspondió movilizar su ejército por escarpadas montañas a mas de tres mil
metros de altura teniendo como enemigo al fuerte frío conocido como “soroche”,
causante de muchas bajas, lo minimizaba
dándole a la tropa ajo y cebolla; sabía que se enfrentaría a un ejército
superior en número y en logística, tenía que utilizar los recursos disponibles
y su don de mando para mantener en alto la moral de su ejército integrado por
bravos soldados de catorce naciones. Se desengancha de una emboscada el 3 de
diciembre de 1824, en el sitio conocido como Corpahuayco, permitiéndole avanzar
hasta la población de Quinua en el sitio Ayacucho, que en voz quechua significa “rincón de los
muertos”. El 9 de diciembre de 1824 antes de enfrentarse al ejército del virrey
José de la Serna, el joven general de 29 años arengando a su ejército, diría al
concluir: “Soldados de los esfuerzos de
hoy, pende la suerte de América, otro día de gloria va a coronar vuestra
Constancia”. En un combate de tres horas obtiene el resonante triunfo ante un ejército derrotado más no humillado,
ofreciéndole la capitulación más honrosa de todas las habidas en la historia
universal. En el mismo campo sobre una roca de su puño y letra le escribe al
Libertador.”Está concluida la guerra,
completada la libertad del Perú, me he tomado la libertad de realizar ascensos
y recompensas para los oficiales que se destacaron en la magna batalla…por
premio para mi, pido a usted me conserve su amistad”… El 27 de diciembre el Libertador emite en
Lima un decreto donde exalta la grandeza de Sucre y en reconocimiento lo
designa Gran Mariscal con el sobrenombre
de “General Libertador del Perú”. El
12 de febrero de 1825 el Congreso Constituyente del Perú dictó un Decreto
reconociéndolo con el dictado de “Gran
Mariscal de Ayacucho”. El Congreso de Colombia lo asciende el 14 d febrero de
1825 a “general
en jefe”. La Municipalidad de Lima le entrega una espada de oro guarnecida con
mil ciento setenta y ocho diamantes. La
población de Cochabamba le regaló una pluma de oro guarnecida con perlas, la
cual regaló a la municipalidad de Cumaná, para que sus paisanos escriban las hojas brillantes que caben a Cumaná
en la historia de la revolución emancipadora y los sacrificios heroicos de este
generoso pueblo en la guerra de
independencia”. 7
A la única persona a quien Bolívar le escribe una biografía es a este
oficial joven; al informárselo en febrero de 1825 expone:
“Usted créame general, nadie ama la gloria tanto como yo, jamás un jefe ha
tributado mas honor a un subalterno. Ahora mismo se está imprimiendo una
relación de la vida de Usted hecha por mí. Cumpliendo con mi conciencia, le doy
a Usted cuanto merece; esto lo digo para que vea que soy justo; desapruebo
mucho lo que no me parece bien, al mismo tiempo que admiro lo que es sublime”. En
relación a la batalla de Ayacucho y al héroe escribió: El general Sucre es el Padre de Ayacucho, es el redentor de los hijos
del sol, es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de
los incas. La posteridad representará a
Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos
la cuna de Manco Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada”.
Sucre continúa su marcha hacia
Cuzco para llegar al Alto Perú –hoy Bolivia; en su avance encuentra las ruinas
de Tiahuanaco, disponiendo su preservación por ser preincaicas; en La Paz firma el 9 de febrero de 1825 un decreto mediante el cual
convoca a una Asamblea de Diputados de las cuatro Provincias Alto peruanas a
saber La Paz, Potosí, Cochabamba y Chuquisaca, con el fin de que decidan democráticamente su destino;
de esta manera,
Sucre se adelantaba ciento
cincuenta años al “Principio de Autodeterminación de los Pueblos”. En el
altiplano es designado Presidente
Provisional del Alto Perú en mayo de 1826. El 9 de diciembre elegido Presidente
Constitucional; en cuyas funciones dictó
decretos para mejorar la beneficencia pública, la educación, la salubridad, la
hacienda y los servicios públicos, decreta amnistía general, libertad de prensa y de culto, igualmente realiza tratados
comerciales con Perú y decreta la entrega de tierras a los indios, organiza la
agricultura y saca los cementerios de las iglesias. Su desprendimiento era de tal magnitud que donó los veinticinco
mil pesos que le había otorgado la Asamblea Nacional a las viudas e hijos de los soldados que
lucharon en Ayacucho. Sin ambiciones de permanecer en el poder y esperando la
reunión del Congreso para presentar su renuncia con el deseo de regresar a
Quito, sufre el 18 de abril de 1828 un alevoso atentado, producto de una
insurrección de la Primera Compañía de Granaderos a caballo de la guarnición de Chuquisaca propiciada
desde Lima, que le deja imposibilitado el brazo derecho; recibe el remoquete de “el manquito”. Al serle
aceptada la renuncia el 2 de agosto de 1828, el Congreso la lee el día 6;
mensaje de hondo contenido humano donde se despide de los bolivianos: “…Me despido de vosotros y de Bolivia, al
separarme haré una confesión ingenua, mis sentimientos los he sometido a
ella…he observado que en la política no hay amistad ni odio, sino que debe
llenar la dicha del pueblo que se gobierna. 8
…La constitución me hace
inviolable y ninguna responsabilidad me cabe por actos del gobierno, pero pido
que se me destituya de esta prerrogativa, y que se examine escrupulosamente
toda mi conducta…si se justificara una sola infracción de la ley, volveré de
Colombia a someterme al fallo de las leyes… les pido como premio, no una
recompensa material, ni dinero, ni haciendas, ni honores, pido que se examine mi conducta, que se me despoje del
atributo constitucional que me hace inviolable”. “No he hecho gemir a ningún boliviano, ninguna
viuda, ningún huérfano solloza por mi causa. He levantado del suplicio, porción
de infelices condenados por la ley y he señalado mi gobierno por la clemencia,
la tolerancia y la bondad… en el retiro de mi vida, veré mis cicatrices, y
nunca me arrepentiré de llevarlas,
cuando me recuerden, que para formar a Bolivia, preferí el imperio de las
leyes, a ser el tirano o el verdugo que llevara siempre una espada pendiente
sobre la cabeza de los ciudadanos. El joven cumanés parte de Bolivia el 2 de agosto de 1828 para llegar a
Quito el 30 de septiembre, con quien se había casado por poder el 20 de abril
de ese año. El 28 de octubre de 1828 es designado Jefe del ejército Colombiano
para la Campaña contra la insensata invasión peruana al mando del general José
La Mar a quien derrota en la batalla de
Tarqui el 27 de enero de 1829, con una honrosa capitulación, Sin disfrutar del
calor hogareño es designado diputado por Cumaná ante el Congreso Admirable
reunido en Bogotá el 20 de enero de 1830 donde es elegido Presidente y enviado en
comisión diplomática a Venezuela en compañía de monseñor José María Estéves
Obispo de Santa Marta, vicepresidente
del Congreso y el diputado Francisco Aranda, con la finalidad de lograr salvar
la unidad grancolombiana, sueño del Libertador. La comisión apenas pudo
llegar hasta La Grita y Táriba, teniendo que devolverse por no encontrar receptividad y verse
amenazados por parte de las autoridades venezolanas. Sería la última vez en
tocar territorio venezolano. Al regresar a Bogotá para despedirse del
Libertador, éste había salido el 8 de mayo con destino a Cartagena, Sucre le
escribe una emotiva misiva de despedida: “Mi
general he ido a casa de usted para acompañarlo, ya se había marchado. Acaso
esto es un bien, pues me ha evitado el dolor de la mas penosa despedida. Ahora
mismo comprimido mi corazón no sé que decir a Usted…Adiós mi general, reciba
Usted por gaje de mi amistad, las lágrimas que en este momento me hace verter la ausencia de usted. Sea
feliz en todas partes y en todas partes cuente con los servicios y con la
amistad de su mas fiel y apasionado amigo”. Bolívar le contesta desde
Turbaco: “La apreciable carta de Ud. sin
fecha en que se despide de mi, me ha llenado de ternura, y si a Ud. le costaba escribírmela ¿Qué diré yo¿ que no
tan solo me separo de mi amigo sino de mi patria…. 9
Yo me olvidaré de Ud. cuando los
amantes de la gloria se olviden de
Pichincha y Ayacucho. Sucre deseaba
regresar a Quito para estar el 13 de junio presente en la festividad de su
patrono San Antonio de Padua; le recomendaron la ruta puerto de Buenaventura-
Guayaquil- Quito, la cual desecha por la duración, escogió la ruta
Bogotá-Neiva-Popayán-Pasto-Quito; era la crónica de una muerte anunciada. En el
diario El Demócrata de Bogotá apareció
el 1ro de junio un aviso:”Ojalá se pueda hacer con Sucre, lo que no se
pudo con Bolívar”, se refería al atentado donde salió ileso el Libertador el
25 de septiembre de 1828. En las paradas
que realizaba la caravana de siete personas, que incluía al diputado de Cuenca
el Dr. José Andrés García Trellez, eran alertados sobre un inminente atentado,
entre ellos monseñor Rafael Mosquera obispo de Popayán en cuya residencia
pernoctaron el 29 de mayo. El fatídico 4 de junio, se adentran en la selva de
Berruecos y en la Jacoba en el sitio conocido como El Cabuyal, los tres
asesinos camuflados en la espesura le llaman… general Sucre, al voltear, recibe un balazo en la cabeza,
otro en el cuello y el tercero en el pecho, apenas pudo exclamar ¡ay
balazo! Sus acompañantes huyeron
despavoridos hacia La Pascana de la Venta. El inmaculado mariscal quedó tendido
en el suelo veinticuatro horas, muerto en la niebla oyendo crecer la soledad,
acompañado de su fiel mayordomo Lorenzo Caicedo quien piadosamente le colocó
una improvisada cruz en el sitio de La Capilla. A los seis días llegó Caicedo a
Quito con la infausta noticia a la viuda Doña Mariana Carcelen y Larrea,
entregándole las botas y el sombrero del ilustre paladín. Doña mariana ordena
que traigan el cadáver con el toda la discreción y secreto posible. El 2 de
julio en La Popa- Cartagena, Bolívar recibe en horas de la noche la ingrata
noticia exclamando: “Santo Dios se ha
derramado la sangre del Abel de América”. El Libertador lo consideraba “Mi otro yo”. En la voluntad testamentaria del Libertador
realizada el 10 de diciembre de 1830 en la Quinta San Pedro Alejandrino en
Santa Marta, expresa en el aparte 11, cito. “Mando a mis albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal
de Ayacucho, se devuelva a su viuda para
que la conserve, como una prueba del amor que siempre he profesado al expresado
Gran Mariscal”, fin de la cita. En el vil asesinato estuvo involucrado el
coronel trujillano Apolinar Morillo quien pagó cuarenta pesos a los sicarios,
cuyo autor intelectual fue el general
neogranadino José María Obando. El
escritor mexicano Carlos Pereira
afirmaba que: “Sucre, era un copo
de nieve sobre un charco de sangre”. Los restos de Sucre permanecieron
hasta 1841 en el oratorio de la hacienda El Dean, propiedad de Doña Mariana,
cuando fueron trasladados sigilosamente hasta el Convento de Carmen El Bajo, enterrado al pie del altar
de la capilla al lado de Teresita su pequeña hija muerta a los dos años; se
hizo saber que estaba enterrado en la iglesia San Francisco. 10
Setenta años después, fueron localizados gracias a la información
proporcionada por la señora Rosario Rivadeneira muy allegada a Doña Mariana.
Por disposición del Presidente del Ecuador Eloy Alfaro se colocaron sus
venerados restos en la Catedral de Quito el 4 de junio de 1900, cuya oración
fúnebre a cargo de monseñor Federico González Suárez, obispo de Ibarra quien diría:…”Si
Sucre hubiera podido hablar en Berruecos, no temo asegurar que sus últimas
palabras hubieran sido para perdonar a sus asesinos”. En carta de Sucre al
general tocuyano José de la Trinidad
Morán el 12 de diciembre de 1825
manifestaba: “Yo deseo al morir que mis
huesos sean enterrados en Quito o lanzados al volcán Pichincha”. La placa
colocada en la tumba granítica en la Catedral de Quito reza: “En este mausoleo, descansan bajo la insignia de la cruz, esperando
la futura resurrección, los restos del ínclito general Antonio José de Sucre”. Venezuela
no ha renunciado en la tarea de
repatriar los restos del Gran Mariscal de Ayacucho. En agosto de 1894 es
enviado a Quito el sacerdote Antonio José Sucre y Alcalá para coordinar la
búsqueda de los restos de su tío. Diligencia con resultados negativos. Cuando el presbítero se dirigía al puerto de
Guayaquil para regresar a Venezuela, falleció el 17 de julio de 1895 a causa de la fiebre
amarilla, es decir que buscando los restos de su tío dejó los suyos en
Babahoyo. Doña Mariana Carcelén le escribe al Gral. Obando una carta donde le
dice: “Estos fúnebres vestidos, este
pecho rasgado, el pálido rostro y el desgreñado cabello, están indicando
tristemente los sentimientos dolorosos que abruman mi alma. Ayer esposa de un
héroe, hoy objeto lastimero de conmiseración, nunca existió un mortal mas
desdichado que yo; la que te habla es la viuda desafortunada del Gran Mariscal
de Ayacucho…Yo te lo juro, e invoco por testigo al alto cielo, un corazón más
puro y recio que el de Sucre no palpitó en pecho alguno…Cédeme pues los
despojos mortales, las tristes reliquias del héroe, del padre y del esposo, y
toma en retorno las trémulas imprecaciones de su Patria, de su huérfana y de su
viuda”. Nunca habrá palabras suficientes para el análisis total y
satisfactorio de la vida y obra del ilustre cumanés, porque siempre descubrimos
en él nuevas facetas, modos y anhelos que llenó a perfección. Es como aquellas
leyendas de la Grecia magna que se
repiten en miles de versiones todos los días; Sucre es el hombre lección
permanente, con una hoja militar de las más brillantes y espectaculares del
continente de todas los tiempos. Sus
méritos y actuaciones le permitieron recibir catorce condecoraciones y
tres espadas de oro. Formado en la escuela de la guerra, tuvo una academia
militar itinerante, es decir el aprendizaje sobre la marcha. Jamás desenvainó
su espada para mancharla con sangre inocente; no aplicaba el bien y la justicia
por capricho, sino porque le era imposible actuar de otra manera; era quien se excedía…si pero en generosidad. 11
El distinguido escritor colombiano Mauricio Vargas Linares bien lo
conceptúa: “El Mariscal que vivió de prisa”. Corta pero fructífera fue la vida
de este joven prócer cumanés; podemos afirmar que vivió apenas un día, por
cuanto nació un 3 de febrero y murió un 4 de junio. De una personalidad
polifacética moldeada en la fragua del sufrimiento. Creció con los golpes duros
de la vida, pero también creció con los toques de su alma benigna. Oímos de su
palabra: “Mi vida militar está formada
de principios y éstos por mi educación, no ha sido necesaria la revolución para
sacarme del lodo, ni mi carrera esta formada por intrigas, ni por
circunstancias, sino por servicios prestados y por una conducta, que con la
cabeza erguida, sostengo que es intachable”. Bolívar lo define: “Es la cabeza mas organizada de Colombia,
es metódico y capaz, de las mas altas concepciones; es el mejor general de la República
y su primer hombre de estado”; “Sus campañas necesitan un César para narrarlas. Es bueno que así sea, y que tengamos una
fuente pródiga de verdades a nuestra mano para las duras tareas de hoy y de
siempre. Bolívar y Sucre sucumbieron ante la perfidia humana; Sucre acechado
por la envidia y el súbito lance en Berruecos, y nuestro Libertador, sufrió la
traición y agonía por muchos años; pero ambos también conocieron la
inmortalidad en el calor eterno de los `pueblos.
La Doctrina Sucre producto de
su ejemplar trayectoria como estratega determina que: “El triunfo no
crea privilegios”.
“La justicia es la misma antes y después del combate”.
Sucre y la educación. Era para él un compromiso vital, porque a
través de ella se logra la felicidad de los pueblos, se esmeraba en fundar
escuelas; afirmaba que:
“La buena educación es un caudal mucho mayor que los bienes de fortuna”
“Educar es el mas alto deber de
las autoridades delante de Dios y de los hombres”·
“La educación es el origen de
los buenos ciudadanos y magistrados”.
En la población ecuatoriana de Cuenca consiguió siete escuelas y dejó
veinte; el 19 de octubre de 1822 crea en
Quito una Junta, destinada a encargarse de los asuntos de la instrucción
pública, raíz del actual ministerio de educación. Instituyó el inglés, la
astronomía; propició la creación de la universidad de La Paz, funda la Academia
Militar y un Instituto de Ciencias Exactas en la Paz; igualmente el colegio de
minas en el Potosí. El 25 de mayo de 1826 en su mensaje al Congreso boliviana
dijo:
“Persuadido que un pueblo no
puede ser libre, si la sociedad que lo compone no conoce sus deberes y sus derechos, he consagrado un cuidado
especial a la educación pública”.
12
En su honor el inicio del período escolar en Bolivia se inicia el 3 de
febrero su fecha natal.
Sucre logístico. En esta difícil área que implica el arte
práctico de calcular, equipar, mantener
y mover los ejércitos, el establecimiento de las tropas sin atrincherar,
y todas las actividades que hagan posibles y exitosas la ejecución y
sostenimiento de las operaciones militares
se destaca el paladín cumanés.
Clara evidencia de su trabajo lo conocemos cuando después de la batalla de
Junín, en la retaguardia se ocupó de
rehacer un maltrecho ejército de dos mil hombres y tenerlos disponibles para
salir victoriosos en Ayacucho “Cumbre de la gloria americana”. A tal fin construyó un hospital de campaña, reparó el
armamento individual; utilizaba el
tiempo libre para enseñar a los soldados a elaborar lanzas y herraduras; decía que el
mejor hierro era el de Vizcaya, diseñó mantas para los soldados y para los caballos; puso en practica una
embarcación artillada. Elaboró un tipo de galleta como ración de combate de 30 gramos cada una con cantidad suficiente para soportar más de
siete días de marcha. En los avances por
la fría cordillera andina utilizaba cornetas para guiar a los soldados en la neblina de las escarpadas, la
cual atravesó en tres ocasiones. Preveía cuevas como depósitos avanzados para
alimentos durante las largas y fuertes marchas de aproximación; utilizaba
bejucos como pasarelas y para construir balsa. Para darle ejemplo a sus
subalternos dormía en el suelo y lo hacía apenas cuatro horas, siempre pendiente de las
inmediatas operaciones. En el Alto Perú se esmeró en mejorar la capacidad
operativa y en el mantenimiento de los hospitales. En sus pocos tiempos libres
jugaba ajedrez.
Sucre Ingeniero militar. En Caracas estudia en 1808 en la recién
creada Escuela de Ingeniería a cargo del coronel español Tomás Mires, donde
adquiere conocimientos de: Algebra, agrimensura, topografía, dibujo lineal,
fortificaciones, construcciones civiles y táctica militar; es considerado el “Precursor de la Ingeniería Militar en
Venezuela”.
Encontrándose en Cartagena de Indias “La heroica”, construye
emplazamientos para artillería, fortificaciones y sus famosos pontones. Luego
de obtener información de los reconocimientos efectuados por personal de
inteligencia conocidos como “montoneros”, Sucre elaboraba las cartas
topográficas de las áreas de
operaciones. En los desplazamientos nocturnos se orientaba por las estrellas.
Demarcó la carretera desde el Puerto Cobija a Potosí y hacia varias ciudades, ordenó la
construcción de varios caminos, creó un servicio postal con los países vecinos.
Dictó decretos para la conservación y buen uso del agua. Fundó escuelas de
Minas, Preocupado por la preservación
del ambiente, ordena la siembra de un millón de árboles en el Alto Perú. Rectificó
los planos de la Catedral de La Paz. 13
Realizó ajustes al diseño interior de la Catedral de Chuquisaca hoy
ciudad Sucre- capital de Bolivia. Construyó en su hacienda en Quito una toma de
agua sin perjudicar a los vecinos.
El Mariscal Sucre y los Niños de
la Calle. Una faceta poco
conocida del “Abel de América” fue la de su benignidad en la atención de los
huérfanos de los soldados muertos en la lucha independentista; a tal fin le
escribió a Su santidad el Papa León XII, explicándole su preocupación, la
respuesta fue positiva, acompañada de la bendición apostólica. El Convento de
San Agustín fue destinado para los niños y el de Santo Domingo para las niñas,
se asignaron cinco mil pesos a cada uno para su funcionamiento; el responsable
de la educación era el Director de Enseñanza Pública; quien debía supervisar la
buena alimentación, uniformes y atención médica. Los jóvenes al egresar como
bachilleres, obtenían un arte u oficio y apoyo financiero para desempeñarse como
ciudadanos útiles a la nación
Sucre periodista. En Ecuador funda “El Monitor de Quito” en
diciembre de 1822 y en Chuquisaca “El Cóndor de Chuquisaca” en 1826.
Antes de concluir quiero
testimoniar el fraterno y sincero agradecimiento al brillante doctor Enrique Mandri
Llano, de amplias cualidades profesionales y humanas, por las palabras de
contestación y bienvenida, con quien me unen lazos de sincera amistad, lograda
a través de las diversas actividades y comisiones donde hemos compartido
responsabilidades. Usted es un libro
abierto con páginas de oro de profesionalismo, capacidad de trabajo y don de
gente, ejemplo a imitar.
CONCLUSIÓN. Señores integrantes de la Junta Directiva,
Individuos de Número y Miembros Correspondientes de la Academia de Historia del
estado Carabobo. Agradecido les dejo a su honorable consideración este trabajo
investigativo, con el mejor deseo, entusiasmo y disposición para participar en
todas las tareas dispuestas, de manera de cumplir las palabras del filosofo y
político inglés Francis Bacon: “Buscar
la verdad es derecho y credo de todo hombre libre”. Por ello espero no
defraudarlos y merecer el Sillón “S “.
Cuando inicié mis palabras, me referí a nuestros cinco grandes embajadores:
Miranda, Bolívar, Andrés Bello, Simón Rodríguez y Sucre; todos ellos murieron
fuera del país en difíciles condiciones. Concluyo con unas palabras del “Poeta
del pueblo venezolano”, Andrés Eloy Blanco, refiriéndose al término de la vida
terrenal de estos grandes cinco paisanos: “Yo
no sé que pasa en Venezuela en el centro, en el medio, en la placenta, que el
hijo bueno muera afuera y el malo
adentro”.
Señores.
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