El
7 de febrero de 1826 entra el Libertador a Lima, en medio de los más
cálidos homenajes, después de haber libertado cinco Repúblicas y clavado
en el Potosí las banderas de las nuevas naciones.
Bolívar
se había extasiado en el Potosí, en cuya cumbre expresó: «En cuanto a
mí, de pie sobre esta mole de plata, cuyas venas riquísimas fueron
durante trescientos años el erario de España, yo estimo en nada esta
opulencia cuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso el
estandarte de la libertad desde las playas ardientes del Orinoco para
fijarlo aquí, en el pico de esta montaña, cuyo seno es el asombro y la
envidia del universo».
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