El
acto reviste la mayor solemnidad. Ante 26 de los 30 diputados electos,
ante distinguidas personalidades invitadas, el 15 de febrero de 1819 se
instala el Congreso de Angostura con un discurso medular de Simón
Bolívar, Jefe Supremo de la República desde 1816.
Francisco
Antonio Zea es electo Presidente del Congreso, y éste, ya en posesión,
invita a tomar la elección de un Presidente de la República interino.
Como era de esperarse, el elegido es Simón Bolívar. Al Libertador, sin
embargo, le preocupa más la guerra que la Presidencia. Pide, por tanto,
que se le acepte la renuncia:
«Legisladores:
Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es
ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República;
en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de
nuestra gloria; ellas sellarán los decretos que fijan nuestra
libertad.... »
Las
discusiones duran dos días. Los diputados insisten en que Bolívar debe
ser el Presidente interino. El día 17 de febrero aceptó y juró
obediencia al Soberano Congreso.
El discurso de Bolívar en Angostura
está lleno de sabias reflexiones, de un insuperable contenido político y
filosófico. Es difícil concebir que pieza tan sesuda pudo haber sido
creada en medio del estruendo de la guerra, los viajes a caballo, en
embarcaciones, los sacrificios, las intrigas de los mismos
conciudadanos. Es el poder de concentración lo que asombra de Bolívar,
demostrado cuando dictaba hasta tres y cuatro cartas a la vez.
En
Angostura, Bolívar es sociólogo, filósofo, historiador, visionario, nos
muestra lo que ha asimilado de los clásicos antiguos y modernos, es
esencialmente un político creador. Cuando nos habla del Poder Moral, su
cuarto Poder, pone de manifiesto la sensibilidad de su alma y su
preocupación por la educación del pueblo: «La educación popular debe ser
el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces
son los polos de una República; moral y luces son nuestras primeras
necesidades .. »
Bolívar
se pronuncia también por un Gobierno republicano, cuyas bases serían
«la soberanía del pueblo; la división de los poderes; la libertad civil,
la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y los
privilegios».
Este
discurso de Angostura tiene unas cinco mil palabras. Bolívar le
encomendó a Manuel Palacio Fajardo que le hiciera las observaciones que
creyera convenientes. Apenas pronunciado en el recinto del Congreso,
Bolívar lo entregó al súbdito británico James Hamilton, comerciante
residenciado en Angostura, para que lo tradujera al inglés. Este
manuscrito, escrito por ambas caras en un cuaderno de 32 folios,
permaneció en manos de los familiares de Hamilton, hasta que fue
rescatado por Pedro Grases en 1975 y publicado en reproducción
facsimilar que ordenó el entonces Presidente Carlos Andrés Pérez.
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