Sábado dos de junio de 1962. La trasnochada
ciudad lucía tranquila. Alguno que otro amanecido peatón llegaba al
viejo mercado principal en la búsqueda de algo que le saciara la
hambruna producto del excesivo licor consumido durante la noche y la
madrugada. Ya el pitazo de los muelles se había extendido por el
somnoliento puerto y anunciaba la salida de unos cuantos hombres, que
con sus bragas de azul, cumplieron la jornada nocturna. Otros sólo
esperaban el momento para incorporarse a sus labores extras de ese
sábado, que marcó un espacio en la historia política de Venezuela.
Las
madrugadoras amas de casa, unas acompañadas de algún familiar o de
alguien ocasional, buscaban evadir los efectos del sol y del cotidiano
calor para adelantarse en el horario y adquirir los productos que se
ofrecían semanalmente en el tradicional mercado libre. Constituía la
rutina sabatina para unos cuantos, mientras la mayoría de la población
disfrutaba de un descanso propio de los fines de semana y a la espera de
salir de sus hogares horas después para sumarse al acostumbrado
bullicio matutino. En medio de lo que ocurría temprano, en la mañana,
entre las calles Juncal con Miranda, resultó muerta la joven Pérez
Magio, quien fue arrollada por un vehículo militar que se dirigía a los
sitios donde se iba a intensificar la lucha contra el régimen.
Para
un significativo número de civiles y militares, el compromiso que
tenían para ese día contrastaba con lo rutinario. Desde la noche
anterior estaban plenamente conscientes de lo que iba a ocurrir, y
tenían la disposición de hacer valer sus principios en procura de
producir un cambio en el país. Sus propósitos fueron intentar erradicar
los vicios de un gobierno que traicionó las aspiraciones de un
conglomerado que tenía fe en una democracia que creyó podía defender al
pueblo.
Uno de esos protagonistas, como tantos otros que vivieron
la ilusión de una transformación para enfrentar los males que se
vivían, fue, para ese entonces, el joven y dirigente estudiantil Antonio
Guevara Jiménez, quien relata, pormenorizadamente, lo ocurrido en
Puerto Cabello con el inolvidable alzamiento cívico militar que hoy se
recuerda como el principal acontecimiento histórico de la época que
surgió para enfrentar a quienes mancillaron las esperanzas del pueblo
venezolano.
Para ese entonces el liceo Miguel Peña fue centro de
concentración de estudiantes y de otros civiles que recibían
entrenamiento por parte de los militares insurrectos, para enfrentar las
acciones gubernamentales. Al frente, donde ha tenido su sede el estadio
de beisbol, por igual, se giraban instrucciones a quienes se
incorporaban a la lucha.
Entre los tantos civiles se había
incorporado la militante juvenil y estudiantil, Graciela Guevara quien
cursaba estudios en la Escuela Normal de La Coromoto, urbanización
Rancho Grande. Pertenecía al Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
Antes de llegar a las instalaciones del centro educativo, había tenido
la primera experiencia, cuando cerca de su casa, luego de sostener una
conversación sobre los hechos que se desarrollaban, fue ultimado a
balazos el sargento Becerra.
Graciela observó en esos momentos,
cuando se encontraba en el campo de acción, que no existían distintivos
por parte de los civiles y militares que participaban en los
acontecimientos. De inmediato se organizó y trabajó en ese sentido para
que cada uno de los revolucionarios fuera identificado y así evitar
cualquier confusión.
Por el lado del gobierno nacional comienzan a
enviar efectivos de la Fuerza Aérea y del Ejército que bombardean la
ciudad. En el sector de La Alcantarilla, a la entrada de Puerto Cabello y
por los lados de la estación del Cuerpo de Bomberos y de Playa Blanca
se producen los combates frontales. Estaba comprometido con la
sublevación el batallón de la infantería de marina General Rafael
Urdaneta. El gobierno envió la tropa del batallón Carabobo que se
trasladó desde Valencia al mando del coronel Alfredo Monch.
Mientras
se registran los hechos la mayoría de los oficiales que se encontraban
al mando de la escuadra y el destacamento Número 55 de la Guardia
Nacional se negaron a participar en el levantamiento. Al principio
estuvieron comprometidos. Se desconocieron las causas por las cuales
cambiaron de actitud.
Desde el liceo Miguel Peña un grupo de
civiles y estudiantes acompañados de infantes de la marina defienden el
lugar. Fue detenido un grupo de efectivos de la aterradora policía
política denominada Digepol, los cuales fueron colocados en los
alrededores de las instalaciones del liceo para evitar que las fuerzas
gubernamentales dispararan desde los lugares de ataque. Poco después
procedieron a liberarlos.
La Fuerza Aérea, conjuntamente con el
ataque, lanza, en las inmediaciones del cementerio de Los Protestantes, a
un conjunto de paracaidistas, que disparan contra la edificación del
centro educativo y poco después del mediodía, cae herido de muerte, en
el segundo piso del liceo el estudiante miguelpeñista Alfredo Capriles.
En
lo que respecta al campo militar, el movimiento estuvo liderado por el
capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez, el capitán de fragata Pedro
Medina Silva y el capitán de corbeta Víctor Hugo Morales.
Al
cumplirse los 50 años del alzamiento cívico militar, Graciela Guevara
afirma que lo ocurrido en ese entonces fue el sueño de un pueblo que
deseaba algo distinto, que hoy se vive con las bondades que ofrece el
gobierno socialista y revolucionario que lidera el presidente Chávez.
El
profesor Antonio Guevara, uno de los civiles que al igual que tantos
otros, mantuvieron el espíritu en alto durante las cruciales horas de
combate, cuenta los hechos de acuerdo a su visión y la postura política
del momento.
-¿Cómo fueron los antecedentes?
-En el año
1958 fue derrocado Marcos Pérez Jiménez. Accede una Junta de Gobierno
que conduce al país a unas elecciones en las cuales sale electo
presidente Rómulo Betancourt. Existía una amplia expectativa porque AD
venía de participar activamente en la resistencia y planteaba un
programa democrático y orientado al impulso de la transformación
revolucionaria.
Explica que fue determinante que engarzara en sus
filas a muchos jóvenes que participaron en la clandestinidad durante la
lucha contra la dictadura.
-Betancourt firmó el llamado Pacto de
Punto Fijo, se convirtió en agente de la CIA y del imperialismo
norteamericano y desarrolló una política de espaldas al pueblo. Dejó de
ser un líder popular para transformarse en una expresión de la
oligarquía. Sin embargo, promulga la Ley de Reforma Agraria.
A
los campesinos les prometieron tierras e inmensos beneficios “y al poco
tiempo nos daba vergüenza, porque los trabajadores del campo decían:
¡nos mintieron!”.
Se planteó una profunda contradicción en torno a un gobierno que decía representar al pueblo.
-Comenzó
a agudizarse el problema del desempleo, los trabajadores salieron a
protestar y las calles se tiñeron de sangre. La represión se hizo
presente como respuesta a la protesta del movimiento estudiantil que
reclamaba la vigencia de los derechos democráticos
Señala, que en
razón de lo que se vivía, se generan levantamientos militares durante
el año 1959 y posteriormente “El Carupanazo”, ocurrido el 4 de mayo y
“El Porteñazo” el 2 de junio de 1962.
-¿Qué plantearon esos movimientos?
-Presentaron
al país un programa de recuperación democrática, que incluía
restablecer la vigencia de la Constitución y las garantías de los
avances hacia la liberación nacional, la independencia y la
autodeterminación de los pueblos.
Agrega que todavía permanecen
los impactos de los bombardeos a que fue sometido Puerto Cabello por
parte de la aviación, cuyas unidades estuvieron a cargo de pilotos de la
Misión Militar de Estados Unidos, como en el caso de la edificación del
hospital del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales.
“Recuérdese que, para la época, Betancourt había dado la triste y lamentable orden de disparen primero y averigüen después”.
La
orden fue cumplida al pie de la letra por el entonces ministro de
Relaciones Interiores, Carlos Andrés Pérez, porque debía impedir que la
rebelión se convirtiera en bastión de la resistencia y en el punto de
una espiral para la incorporación de los demás cuarteles, donde existían
numerosos oficiales comprometidos.
-¿Cómo fue la participación cívico militar?
-Dos
semanas antes hubo una reunión con dirigentes nacionales del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria y del Partido Comunista de Venezuela con
oficiales de la Base Naval de Puerto Cabello, concretamente con Pedro
Medina Silva y Víctor Hugo Morales Monasterios y Manuel Ponte Rodríguez
para plantear lo que debía hacerse. A nivel partidista estuvo presente
Domingo Alberto Rangel y Jesús Villavicencio y en cuanto al área
regional fue seleccionado el doctor Bartolomé Vielma Hernández, nativo
de Puerto Cabello y mi persona.
-¿Cuántas personas murieron durante los sucesos de “El Porteñazo”?
-Yo
estimo, que durante los acontecimientos murieron alrededor de 5 a 6 mil
personas. Los muertos eran recogidos con palas mecánicas y colocados en
los camiones volteos y llevados a las fosas comunes ubicadas en el
Cementerio Municipal de Puerto Cabello.
-¿Cómo fue ese día en la mañana y los primeros pasos que se dieron?
-El
sábado en la mañana los militares tomaron el Castillo de Puerto
Cabello. Se instalaron ametralladoras en puntos estratégicos. El
teniente Rafael Acosta Sierra salió en labores de reconocimiento con un
pelotón en una unidad militar.
Dice que el militar creyó que las
tropas del Batallón Piar acantonadas a las puertas de la ciudad y el
Destacamento 55 se encontraban sumadas al levantamiento y debía
instalarse en la alcabala de El Palito. Observó que esa gente no tenía
la actitud de estar incorporada al movimiento y le dispararon.
-Y
fue a las diez de la mañana, aproximadamente, cuando el Batallón Piar
inició el desplazamiento por los lados de la playa y se les hizo frente.
Señala
que en las inmediaciones del Cuerpo de Bomberos se encontraba un
apreciable número de estudiantes y de gente del pueblo que defendió sus
posiciones.
-¿Cómo caíste?
-Yo estuve en el liceo Miguel
Peña hasta el día domingo a media mañana cuando se tenía información que
no había margen para la incorporación de nuevas fuerzas militares y fue
planteada la conveniencia de organizar la retirada hacia la montaña. El
miércoles 6 de mayo, por un error, alguien me delató cuando me
encontraba en la urbanización Rancho Grande.
Se dio inicio a una
represión contra las fuerzas de izquierda, las torturas se hicieron
efectivas contra los participantes hasta que un Consejo Accidental de
Guerra en el Batallón Carabobo, en un lapso de hora y media, los jueces
sentenciaron a más de mil 200 años de prisión para 63 hombres que
quedaron presos por los sucesos de Puerto Cabello.
El reportero
gráfico Héctor Rondón Lovera, recibió el premio Pulitzer con la toma de
la foto en el sector La Alcantarilla, donde el padre Padilla, quien se
desempeñaba como capellán de la Base Naval de Puerto Cabello, aparece al
lado de un soldado herido.
El Porteñazo constituyó una
importante etapa de la historia política venezolana. Durante dos días se
registraron enfrentamientos con la participación de civiles y
militares. Fue el detonante que se mantuvo en el tiempo y en el
sentimiento de un pueblo que esperaba ansioso un cambio total de las
estructuras vigentes para esos y posteriores años de violencia generada
por los gobiernos de Acción Democrática y Copei. Una historia sangrienta
a base de presos políticos, asesinatos de estudiantes y obreros,
desapariciones de dirigentes de izquierda, casos que siguen impunes. Son
50 años que se recuerda y que deben perdurar en el transcurso de la
historia. Prohibido Olvidar.
Texto extraido del portal RNV
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