La siguiente información ha sido tomada de: geopelia.wordpress.com
En el mundo aeronáutico militar tanto nacional como internacional se conoce de alguna u otra forma al Teniente Carlos Meyer-Baldó; para los alemanes y personas de habla inglesa es mejor conocido como Karl Meyer. Lo que muy pocos saben son los detalles e importancia histórica que este compatriota logró en su corta vida de 38 años.
Carlos nació en Maracaibo el 21 de abril de 1895, hijo de la tachirense María Amelia Baldó Jara y el comerciante alemán de café Johannes Karl Meyer Groeve. Pasó su infancia junto con su otro hermano y siete hermanas, quienes recibieron aparte de una buena educación, disciplina germánica y enseñanza musical; adicionalmente su madre le dejó un agradable carácter caribeño. Más adelante en su vida, Carlos reflejaría este carácter afable al lograr grandes avances profesionales y amistades, tanto en la Primera Guerra Mundial como al retorno a su país de origen. Como su padre, hablaba con fluidez el alemán y muy probablemente inglés y francés.
En 1908 la familia completa se muda a Hamburgo donde Herr Meyer tenía la sede principal de la compañía importadora alemana Steinford. Es de suponer que en esa ciudad Carlos completa su educación. Seis años más tarde comienza la Gran Guerra y Alemania se ve involucrada al ayudar a su nación aliada, el imperio Austro-Húngaro. A los 19 años se ofrece como voluntario extranjero al Regimiento de caballería Dragones Nº 9. En esta unidad se entrena y para el segundo año de la guerra (1915), ya ha combatido en el frente ruso, probablemente debido a sus méritos logra el grado de Teniente..
Durante el tercer año de la Primera Guerra Mundial, el Tte. Meyer se une a la Escuela de Aviación Militar Imperial FEA #3 (Flieger-Ersatz-Abteilung) donde obtiene el título de piloto. Posteriormente, a principios de 1917 comienza a servir en el Escuadrón de Reconocimiento Nº 201 (Flieger-Abteilung), estas unidades volaban biplanos monomotores de dos puestos entre los cuales se destacan los modelos Rumpler C.I, LVG C.V y el Albatros C.III o C.V (ver perfil de LVG C.V). Los Flieger-Abteilung consistían de 5 a 7 aviones que buscaban, fotografiaban y a veces hostigaban la artillería y posiciones enemigas. En ellos Carlos, volvió a destacar por su arriesgado, pero calculado vuelo a muy baja cota con el fin de obtener buenas imágenes, esto le valió la primera mención especial por sus superiores.
Ese mismo año de 1917, el famoso Capitán Manfred Von Richtofen “El Barón Rojo” buscaba once pilotos para su escuadrón número 11. Estas unidades de combate alemanas o Jastas tenían entre 10 a 12 biplanos con sus pilotos y respectivo personal de tierra. Manfred seleccionó a un exclusivo grupo donde brillaron su hermano Lothar (40 victorias aéreas), Kurt Wolf (33 derribos) y Karl Almenröder (30), entre los mayores ases. Uno de los seleccionados para julio de ese año fue el Teniente Karl Meyer, que venía con excelentes credenciales del Escuadrón de Reconocimiento 201. Para esa fecha el Jasta 11, como otros escuadrones de caza alemana volaban el estilizado Albatros D.III, que posteriormente tuvo su máxima expresión en su quinta versión.
A Carlos se le asignó uno de estos Albatros D.V, con la mala suerte que temprano en la mañana del 17 de ese mes se encontró sobre los cielos de Ghelubelt en Bélgica con el veterano Cap. Noel Webb, del Cuerpo Real de Vuelo, pilotando un biplano inglés tipo Sopwith Camel (ver dibujo 1). El Tte. Meyer se defendió y combatió lo mejor que pudo, pero fue herido y su Albatros entró en caída sin control aparente; de alguna manera Carlos recuperó el mando de su biplano llevando el mismo de regreso a la base. De todas formas este derribo quedó registrado como la séptima víctima del inglés, que terminó su carrera un mes más tarde con otras 7 victorias confirmadas, pero a manos del triplano Fokker Dr.I tripulado por el famoso Tte. Werner Voss del Jasta 10.
Sólo pasó una breve quincena, cuando Carlos volvió a pilotar otro Albatros (o el mismo reparado) dentro del escuadrón del Barón Rojo.
La primera victoria aérea del Tte. Meyer-Baldó ocurre en la tarde del 31 de julio de 1917, cuando se encuentra con un RE8 del 4to. Escuadrón de reconocimiento británico. El enfrentamiento fue mortal para los ingleses, Tte. A. J. Longton y 2do. Tte. T.L. Carson, quienes perdieron sus vidas a manos del venezolano-alemán, cerca de Diemlingseck (ver dibujo 2).
Un mes más tarde Carlos Meyer pasa al Jasta 4 que igualmente formaba parte del grupo de caza JG1 del Barón Rojo, pero no vuela más con el gran Manfred. Igualmente Carlos sigue con los mejores, para septiembre de 1917 el Cap. Kurt Von Döring, con 11 derribos confirmados, era el comandante de ese escuadrón. Esta unidad, como los otros Jastas de ese período, poseían cazas Albatros, Pfalz D.IIIa , y a principios de 1918 comenzó a recibir el famoso triplano Fokker Dr.I DreiDecker con el que Von Richtofen logró sus últimas 19 victorias de 81 en total, que lo convirtieron en el máximo as de la Gran Guerra antes de su muerte el 21 de abril.
Para mediados del último año de la guerra, Carlos está bajo el comando del segundo gran as alemán Erns Udet que dirigía el Jasta 4 para ese momento. El 28 de Junio alrededor de las 10 am, este escuadrón pilotaba el mejor caza de la Primera Guerra Mundial, el Fokker D.VII, en este biplano Carlos logra la cúspide de su carrera al derribar un Spad XIII francés en Corcy. Estos Fokker alemanes eran tan vistosos como los Albatros del Jasta 11, llevaban un patrón de camuflaje en pequeñas losetas hexagonales de colores rosáceos y lila.
Las insignias alemanas para esa fecha habían cambiado de negras cruces maltesas a las rectas y más simples balcánicas. Completaban el diseño del Fokker D7 de Carlos un arte en el fuselaje de un buldog babeante que iba encadenado a la cabina. Posteriormente, el Ten. Meyer derriba otro Spad francés el 15 de Julio a las 4:40 de la tarde al Norte de Fossoy. Es conocido que Erns y Carlos eran grandes amigos, y poseían mascotas dentro del escuadrón; tal es el caso del perro llamado irónicamente Spad, este volaba en ocasiones con uno de los pilotos.
La última victoria aérea confirmada de Carlos, ocurre tres días mas tarde sobre los cielos de Marsuil. Un Camel británico se topó con el ya experto Ten. Meyer, que lo derriba a las 9:30 de la mañana. Así se venga del modelo de avión que lo derribó por vez primera en el verano de 1917.
Por todos estos logros Carlos es reconocido con la Cruz Hanseática debido a su desempeño en el Ejército Alemán en 1915. La Copa del Ganador en el Combate Aéreo en agosto de 1917, luego de su primer derribo y la Cruz de Hierro en Primera Clase para septiembre de ese año con el escuadrón del Barón Rojo. Y un año más tarde se le otorga la Segunda Clase de la Cruz de Hierro por sus logros dentro del Jasta 4.
En septiembre de 1918, Carlos es transferido a la Escuela de Instructores Nº 2 para formar nuevos pilotos en el Servicio Aéreo Militar Alemán. Siete semanas después se firma el armisticio con la perdida del eje central y la victoria de los aliados.
Posteriormente el Tte. Meyer permanece en Alemania por siete años en el viejo negocio de la familia, que era importar café a Europa. En 1925 tiene la oportunidad de
asistir al memorial de su antiguo comandante, el Barón Rojo en Berlín. Al año siguiente Carlos regresa a Venezuela, continuando el comercio de exportación cafetalero desde Caracas, administra una clínica e incursiona en el negocio fotográfico y cinematográfico. Las alas lo llaman de nuevo y contacta el Cuerpo Aéreo del Ejército venezolano en 1928, donde es contratado como asesor y sub-inspector.
Ese mismo año es enviado en viaje de actualización a Estados Unidos donde se pone al corriente de la aviación norteamericana. A su regreso en 1931 publica un libro y se dedica de lleno a la Aviación Militar Venezolana. No pasan dos años cuando el 27 de noviembre de 1933 se estrella en un defectuoso Stearman Rubber en el sector Las Delicias cerca de Maracay.
En mí opinión personal la importancia histórica y enseñanzas que nos deja la vida de este venezolano reside en traspasar fronteras internacionales y tecnológicas para buscar un sueño como la gloría de la acción militar. El experimentar nuevas fronteras, e incluso con los riesgos que involucraba la aviación de esa era dorada; donde frágiles máquinas de lona, madera y cables podían colapsar en cualquier momento. Recuerden que el paracaídas no se usó hasta el último año de la guerra y aquello que desde el suelo se veía como un combate de caballeros, era en realidad una lucha mortal con una muerte potencial en llamas a caída libre desde cinco mil metros de altura, que para aquellos tiempos equivaldría a los límites de hoy.Fuente: Clemente Balladares Castillo
Sí bien el Teniente Carlos Meyer-Baldó no es formalmente un as (pilotos que alcanzan cinco derribos confirmados), su actuación en esos pioneros días de la aviación y el primer conflicto aéreo, salvando las distancias con otros personajes meritorios en la historia aeronáutica Latinoamericana; Meyer no tiene un igual. Lo que nos deja un ejemplo a seguir y al cual deberíamos darle mayores reconocimientos, particularmente cuando este año se cumplen 70 años que dejó nuestros cielos terrenales para volar en las alas del recuerdo de los grandes héroes que lucharon en las nubes.
100 años de aviación
A que mola ¿no? imaginense el honor de volar con el gran Baron Rojo y por si fuera poco el único latino en lograr tal hazaña. En verdad es una buena razón para sentirse venezolano. Por cierto se dice que el logro la calificación de As al obtener 5 derribos enemigos confirmados pero eso nunca se llego a confirmar.
Imagen de la orden Ten. Carlos Meyer Baldo otorgada a los mejores pilotos.
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