viernes, 23 de julio de 2010

¿A QUIEN LE IMPORTA SIMON BOLIVAR?


Carmen Mercedes Romero
Julio de 2010
Los que tuvimos la dicha de nacer en una capital, ciudad o pueblo que lleve su nombre, apenas empezamos a balbucear las primeras palabras, nos familiarizamos con los nombres de los que nos rodean, y con el nombre de Bolívar, como principio de una identidad. Yo nací en Ciudad Bolívar, frente a la Plaza Bolívar, donde está la estatua estante más antigua en pie, de nuestro Libertador.
Como todos los que lo conocieron y trataron, saben que mi esposo Vinicio Romero fue un bolivariano a toda prueba; yo a su lado aprendí mucho y gracias a su empeño para que don Lucho Villalba, permitiera que las mujeres fuésemos socias de la Sociedad Bolivariana, puedo decir con orgullo que fui una de las primeras en hacerme consocia de tan importante Institución.
Hasta la llegada del Comandante Chávez a la Presidencia de la República, Simón Bolívar era el nombre de las plazas de pueblos y ciudades con su estatua o busto, donde se jugaba, paseaba, y hasta se discurseaba. En la Venezuela pueblerina de finales de los sesenta, que fue cuando llegó la televisión al interior del país, dos veces al año, las autoridades, con sus mejores galas acudían a las plazas muy ceremoniosos a colocar coronas, la banda municipal, los curiosos y al finalizar el acto, cada quien a lo suyo. Esto sucedía los veinticuatro de julio y los diecisiete de diciembre.
Con esto quiero decir que era muy poco lo que se conocía de nuestro máximo héroe. Los textos lo resumían así: Simón Bolívar nació en Caracas el 24 de julio de 1783; sus padres eran Juan Vicente Bolívar y María de la Concepción Palacios y Blanco, de origen español, dando pie a que se especulara diciendo que Bolívar había traicionado a sus padres, por no saber que sus padres ya eran venezolanos por cuarta generación.
En nuestra Alma Mater, algunos profesores, que yo llamo de la izquierda exquisita, por olvidar las masas por las mesas de caviar y vino, se empeñaron en sacar a Simón Bolívar de la Universidad, por una mala interpretación de una biografía de Carlos Marx; más aún, la Academia de la Historia Venezolana, para ganar honores en la de España, desarrollaron un antibolivarianismo enfermizo.
Era necesario que se presentara la ocasión del Bicentenario para que lo resucitáramos de nuevo, para que se produjera tanta alharaca. Con eso que está ocurriendo, con un Bolívar llevado y traído por los cabellos, disparándonos pensamientos a diestra y siniestra, sin ton ni son, sin que se nos diga de dónde se toman, con eso se ha creado tal confusión, que hasta hay quienes llegan a dudar si Bolívar dijo todo lo que dicen que dijo, y se está propiciando la posibilidad de que la gente llegue a odiar a Bolívar, así como se detesta una cuña que se repita hasta el cansancio.
“Estamos alejados, bastante alejados de Simón Bolívar. Cuando muere el libertador, ha dejado en su testamento la petición expresa de que sus restos sean enterrados en Caracas. Esto ocurre en 1842, cuando durante el gobierno de Páez se logra el traslado de ls venerables reliquias. Pero la comisión que trajo esos restos, presidida por el eminente José María Vargas, consintió en dejar en Santa Marta una pequeña urna que contenía el corazón de Simón Bolívar. Mientras aquí vinieron los huesos del Libertador, allá en Colombia se quedó el corazón. Aquí, pues, vino un Bolívar sin corazón. Y yo estoy seguro, sin que esto constituya una irreverencia, que hemos permanecido tan insensibles a los consejos y ejemplos de Bolívar, porque él reclama su corazón para Venezuela.
Pero resulta que ese corazón ya no existe. Durante las guerras civiles de liberales y conservadores allá en Colombia, la urna fue desenterrada y el corazón fue quemado o extraviado para siempre. ¡Qué profanación, qué dolor para los que sentimos de verdad! Si el corazón es el instrumento para medir la intensidad de los sentimientos, qué podemos sentir sin el corazón de Bolívar cerca de nosotros?
Hay un Bolívar que nos presentan, que es muy distinto al que fue. Aquel que luchó a brazo partido contra la corrupción, que decretó la pena de muerte para lo que robaran desde diez pesos hacia arriba, que quiso instaurar el Poder Moral, pero le tuvieron miedo y por eso no lo secundaron, ni se secunda hoy día, porque vemos en esa Venezuela que él soñó, pero que no es la que quiso que fuera, como los corruptos, los que roban más son los que tienen la prioridad en las páginas sociales de los periódicos, los que hasta presiden los actos de mayor importancia. Ese ejemplo destructor de la moral venezolana, no lo sigas, amigo, piensa que hay mucha gente decente en Venezuela. Mucha gente sana y honesta y es a esa gente a la que tienes que mirar para imitarla.
Mientras él creaba escuelas y universidades y se desvivía por la educación, nosotros cerramos escuelas normales y aumentamos el déficit de escuelas, de maestros y profesores… Se le tiene miedo al Bolívar revolucionario, que se enfrentó a Estados Unidos y a Inglaterra; y se nos quiere vender un panamericanismo que es totalmente contrario al panamericanismo que es totalmente contrario al bolivarianismo. (Vinicio Romero Martínez. 1983)
En 1986, en el Concurso Millonario de Radio Caracas Televisión, para el mes de julio, aniversario del natalicio de Bolívar, Vinicio participó con el tema Vida y Obra de Simón Bolívar, ganando el concurso con un 82% de audiencia, callándole así la boca a los “Arciniegas” colombianos que decían que el único mérito de Bolívar fue ser un guerrero y a los “Caballeros“ venezolanos que decían que Bolívar no tenía vigencia.
Simón Bolívar no tuvo descendencia directa, solo sobrinos; la actuación de esta descendencia colateral en más de una oportunidad avergonzó a nuestro Libertador en vida; ya fallecido tuvieron el cinismo de tratar de cobrarle al gobierno del Perú el millón de pesos que Bolívar había rechazado; muchos descendientes, se deshicieron de joyas y documentos importantes, vendiéndolas a casas subastadoras, y ahora se atreven a protestar por el honor de una descendencia que hace años olvidaron por prebendas materialistas más importantes para ellos.
Hago este recuento para preguntar ¿A quién le importa Simón Bolívar? ¿A los que se dan golpes de pecho porque están profanando sus restos? ¿Es malo acaso que con todos los adelantos científicos de ADN, etc., queramos saber la verdadera causa de su muerte? ¿A quien hay que presentar la lista de científicos y personas que asistieron a la exhumación? ¿Es que acaso los arqueólogos no trabajan de noche para evitar al máximo los rayos solares? ¿Es que sueñan que tanta basura mediática y asquerosos epítetos los va a ayudar a obtener votos? ¿Por qué si nunca les importó Simón Bolívar, ahora si les importa?
¿A quien le importa Simón Bolívar? A nuestro Comandante Presidente Hugo Chávez, quien desde muy joven sintió esa pasión por nuestro Libertador. A nosotros los millones de venezolanos, latinoamericanos y caribeños, bolivarianos de corazón que lo apoyamos. Lo que si estoy segura es que NO VOLVERAN

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