Buen día, ante todo mi
agradecimiento a las dignas autoridades municipales y a la ilustre Sociedad Bolivariana
de este importante municipio porteño, por invitarme como Orador de Orden, en
esta Sesión Solemne, para conmemorar, el du centésimo cuarto aniversario de la elevación a Ciudad
de Puerto Cabello, efeméride que debería proyectarse como Día de Puerto Cabello,
a nivel regional, estadal y nacional, por tratarse de la primera, e inédita
designación, realizada a una población de Venezuela, por parte del primer
soberano Congreso de la Republica, instalado el 2 de marzo de 1811.
A través del tiempo, nos han
inculcado, que, para defender nuestro país, es imprescindible conocerlo y
quererlo, es internalizar, de dónde venimos y hacia dónde vamos, para construir
en el presente y el futuro que todos deseamos.
En el largo tránsito, para
alcanzar la libertad definitiva, Puerto Cabello, destaca ampliamente, por haber
contribuido con ingente cantidad de hijos paridos en esta tierra, que llegaron
a ser personajes notables y en gran
parte, también nacieron hombres y mujeres, que contribuyeron sin dobleces y
temple acerado, a consumar hechos inolvidables, dirigidos a logar la inexistente y ansiada autonomía, condición
necesaria para alcanzar la libertad.
Retrocediendo las páginas de
oro, de esta maravillosa región, y principal puerto de Venezuela, escritas con
la tinta del sacrificio y del honor, estudiamos, que, por este lugar,
procedente de Borburata, paso en 1561, Lope de Aguirre, el tirano, con sus
soldados marañones, en su
desplazamiento para conseguir un oro inexistente, surgido de la imaginación indígena con la leyenda de El Dorado. Aguirre
bien denominado, por Nelson Vielma, distinguido escultor, Cronista Oficial de
Puerto Cabello y mejor amigo, el
predecesor de la independencia. Igualmente el escritor Miguel Otero Silva,
en su sexto libro, lo cataloga como el
Príncipe de la Libertad.
Sin conocerse con exactitud la fecha de su
fundación, según las normas y protocolo establecidos por la corona española, el
nombre Puerto Cabello, aparece documentado por primera vez, en un plano de la
provincia de Caracas, elaborado en diciembre de 1578, por el gobernador Juan de
Pimentel. Una versión de la denominación, Puerto Cabello, se debe, a que en sus
alrededores vivía un encomendadero y aventurero llamado Andrés Cabello, quien
estableció su área de actividades en la zona, dando origen a una pequeña
población, que con el tiempo tomó el nombre actual. Otra versión indica que el
nombre, se debe a la tranquilidad de sus aguas marinas, donde se podían amarrar
barcos de gran calado con la hebra de un cabello. Con la finalidad de controlar el contrabando
de los holandeses y el monopolio de los productos de exportación, la Compañía Guipuzcoana,
inicia en Puerto Cabello sus operaciones mercantiles en septiembre de 1730,
permaneció cincuenta años. Utilizó el castillo San Felipe, como depósito de cacao, café, algodón,
añil, cuero y oro. Esa explotación dio origen a varios alzamientos, entre ellos
el del negro valenciano Andrés López del Rosario, conocido como el zambo Andresote,, en tierras de
Yaracuy entre 1730 y 1732.
Con la finalidad de protegerse de las incursiones de piratas
y corsarios, se construyeron en Hispanoamérica, fortificaciones, utilizadas
igualmente, para almacenar los productos agrícolas de exportación y la
logística de los ocupantes. Grandes obras, testigos de una época, algunas de
ellas con el nombre de Felipe, en honor al rey Felipe V de Borbón, se encuentran en: España, Guatemala, Colombia
y Venezuela.
A lo largo de la costa venezolana, se construyeron importantes
fortalezas, entre ellas: la de San Carlos a la entrada del Lago de Maracaibo,
San Felipe, en Puerto Cabello, San Antonio en Cumaná y San Carlos Borromeo en
Pampatar.
El ingeniero suizo, Juan Amador Courten, es designado por
orden real en 1732, director de las obras en Puerto Cabello; sería la más
importante fortaleza construida en Venezuela, tuvo su bautizo de fuego en mayo
de 1743, por parte de la escuadra inglesa, integrada por veintidós navíos, al mando del comodoro, Charles Knowles. La
construcción del conocido camino de los
españoles para las comunicaciones con Valencia,
se inició en 1761. El gobernador y capitán general de Venezuela, José
Solano y Bote, fundador de Chacao, ordenó en 1766, la construcción del Fortín o
Mirador de Solano en la colina, Cresta
del Vigía.
Los vecinos organizados en 1783, se dirigieron a la Real
Audiencia de Caracas, solicitando la titularidad de Ciudad, consideraban como
necesaria la autonomía, para desarrollar sus actividades. Del grupo de los
protagonistas de esta feliz iniciativa, mencionamos entre otros a: Esteban
Olavarría, Francisco Montero, Gabriel Salóm, Diego Ponce y Pedro del Castillo.
El Procurador nombrado por los vecinos del puerto, fue Manuel Antonio Martínez.
Se dio un gran paso, aunque sólo lograron el título de Diputación en 1787, continuando dependiendo del ayuntamiento de
Valencia, cuyas funciones del gobierno local, eran ejercidas por un funcionario
conocido como Teniente de Justicia Mayor.
Francisco libertad Miranda, nuestro siempre Precursor, en su
fallida expedición, procedente de Nueva York y Haití, en 1806, pierde a diez
oficiales, de las embarcaciones Bee y Bachus, todos extranjeros, que fueron
capturados en Ocumare de la Costa y ahorcados en la Plaza Mayor, el 21 de julio de 1806, fueron denominados los Diez Pequeños Monstruos, su
sacrificio es eternizado en el monumento del Águila, que en realidad es un
cóndor. Aun en 1807, el Teniente de Justicia Mayor, alegaba que en Puerto Cabello,
no había suficientes personas de calidad, para ser convertida en ciudad, se
refería a la cantidad de nacidos en España.
A este puerto llega el 12 de abril de 1810, procedente de
España, el navío “Palomo”, traía la
información de los graves acontecimientos políticos acaecidos en España, a
causa de la invasión francesa, por parte de Napoleón Bonaparte, ocurrida en
mayo de 1808, novedad que llega a Caracas el 17 de abril, lo Cual promovió la
ebullición de los jóvenes, que promovieron el memorable acontecimiento del 19
de abril de 1810, con sus consecuencias ya conocidas, y cuyo eco caraqueño,
llegó a este puerto el 21 de abril. Puerto Cabello se adhiere con entusiasmo al
movimiento el 24 de ese mes. La Junta Suprema Conservadora de los Derechos del
rey Fernando VII, queda en manos de los
blancos criollos, por primera vez, en trescientos años. De las diferentes
medidas de carácter económico, político y social, está la designación del
jurista Juan Germán Roscio, para la preparación del primer Reglamento
Electoral.
Con algunas limitaciones y discriminaciones, se realizan las
elecciones a finales de 1810, en las iglesias de las siete provincias.
Resultaron electos cuarenta y cuatro diputados, instalados el 2 de marzo del
siguiente año. Los legisladores, no trataban el tema de la independencia, sino
a partir del 3 de julio, cuando nuestro
futuro Libertador, que no era Diputado, en un encendido discurso ,ofrecido en
la Sociedad Patriótica, fundada en diciembre, por Miranda, motiva discutir el
tema de la libertad.
A las tres de la tarde del memorable 5 de julio de 1811, el
soberano Congreso, presidido por el Diputado por Barinas, Juan Antonio
Rodríguez Domínguez, declara de hecho y derecho la independencia. A partir de
esa fecha, empezamos a tener el
gentilicio de VENEZOLANOS, por cuanto antes éramos ESPAÑOLES AMERICANOS.
La ciudad de Valencia, no acepto la declaración de
independencia, por desear mantener la subordinación de las autoridades
españolas, y se subleva el 11 de julio, retardando de esta manera la justa
aspiración ´porteña, hasta el cinco de agosto, cuando el Supremo Poder
Ejecutivo de la naciente República, presidido en turno por el español Baltasar
Padrón, otorga de manera oficial el “Título
de Ciudad”, privilegiado con la denominación de San Juan Bautista de Puerto
Cabello, con jurisdicción sobre los valles de Patanemo, Borburata, San Esteban,
Goaiguaza, Alpargatón y Morón, desligándolo del cordón umbilical o dependencia,
que lo ataba a Valencia.
La buena nueva la trae desde Caracas, el distinguido prócer
civil valenciano, Miguel José Sanz Marvéz, Secretario de Estado, a quien
François Depons, denomino "El
Licurgo de Venezuela"; Sanz, sugiere la elaboración del Escudo y
Blasón de Puerto Cabello, como símbolos de Lealtad y Patriotismo.
Ampliando el Decreto de designación de Ciudad, cito, se
establece, un Distrito y su respectiva Vicaría, ocho Curatos, haber en el
Puerto una Contaduría Principal: Administración de Correos y otra de tabaco:
una Comandancia Política y Militar: un Alcalde ordinario: cuatro Diputados: un
Síndico Procurador General y una Comandancia principal de Marina, con la
oficialidad y buques, fin de la cita.
A partir de esa fecha, los porteños, ufanados, tuvieron su
Cabildo y la representación de un Diputado al Congreso, en la persona de
Domingo Taborda, incorporado el 21 de marzo de 1812. Taborda, era miembro de la
Sociedad Patriótica de Puerto Cabello, más
adelante permaneció en prisión.
Durante
la colonia, llegaban a diferentes puertos venezolanos, embarcaciones con
esclavos procedentes de África, para ser vendidos por subasta en los centros
establecidos a tal fin, por la Compañía Guipuzcoana. Recibían todo tipo de
vejaciones y abusos, una vez en tierra, eran llevados a las haciendas a cumplir trabajos de sol a sol, una verdadera explotación vergonzosa. Para el
caso de Puerto Cabello, eran llevados a las haciendas ubicadas en
Borburata, Gañango, Goaigoaza y Patanemo. Las embarcaciones utilizadas para el
transporte de mercancía humana, eran conocidas como Barcos Negreros.
Precisamente el 26 de mayo de 1825, arribó a Puerto Cabello, el barco “Roma
libre”, al mando de José del Cotarro, dueño y
Capitán de la última embarcación, con treinta y
cinco eslavos africanos, que luego serian liberados por la ilustre
municipalidad porteña.
Recordemos
que en varias oportunidades, nuestro Libertador, se refería a la libertad de
los esclavos, como un compromiso ofrecido al presidente haitiano Alejandro
Petión, expresados en Carúpano y Ocumare
de la Costa, y en varios de sus documentos y discursos. El último Barco Negrero,
es un hecho histórico de la porteñidad, con hondas raíces de un bochornoso pasado, que al pasar el tiempo, no
es olvidado. Desde hace más de diez años, algunas agrupaciones, con apoyo de
las autoridades regionales, escenifican esta actividad, que motivan a conocer estos aspectos sociales de
una triste época.
El doctor en medicina, Francisco Isnardi, amanuense del Acta
de Independencia, redactada por el Diputado Juan Germán Roscio, sin ser
legislador, firma el documento como Secretario del Primer Congreso
Constituyente y corredactor de la Primera Constitución de Venezuela y la primera de
Hispano América, ejerció la medicina en Puerto Cabello en 1804, en su
memoria el Hospital Naval lleva su nombre. Durante doscientos años, la
información recopilada, revelaba su nacimiento en Turín-Italia, pero, gracias a
la acuciosa labor por parte del brillante investigador Edgardo Mondolfi y la
distinguida historiadora Marissa Vannini, autora del libro, El Misterio de Francisco Isnardi, con prólogo
del eximio historiador Ramón José Velásquez, ubican su lugar de nacimiento en
Cádiz.
En el castillo San Felipe, fueron encarcelados muchos
paisanos, próceres civiles y militares, que honrando sus ideas, ofrendaron su
sangre no perdida. Recordamos a los involucrados en el movimiento de Manuel
Gual y José María España, debelado a comienzos de julio de 1797, igualmente la
traición del teniente Francisco Fernández Vinoni, el 30 de junio de 1812, abusando
de la confianza del coronel Simón Bolívar, lo traiciona, al insubordinarse y tomar el
fuerte, perdiéndose las armas y
municiones allí existentes.
El 12 de julio de 1812, nuestro futuro Libertador,
acongojado, escribe a Miranda, desde Caracas, dando parte de haberse perdido la
plaza de Puerto Cabello cito,… Yo hice mi deber…nada me quedo por
hacer…pero ah, esta se ha perdido en mis manos,
fin de la cita.
Por cierto, la casa donde Bolívar se alojó en Pto. Cabello,
durante siete días, mientras trataba de retomar el fuerte, desde el 30 de junio
al 6 de julio, ahora, se encuentra con daños en su vieja estructura y ocupada,
es una deuda histórica recuperarla para las presentes y futuras generaciones.
Después de capitular el 25 de julio de 1812, Miranda es
apresado en La Guaira, y luego enviado al castillo San Felipe en 1813, donde
permaneció hasta su traslado a Puerto Rico y Cádiz, a donde llego el 5 de enero
de 1814.
También permanecieron en las lúgubres bóvedas carcelarias, el
general, Bartolomé Salóm y monseñor Ramón Ignacio Méndez; igualmente Vicente
Salías, autor de la letra de nuestro glorioso Himno Nacional, él es fusilado,
el 17 de septiembre de 1814.
El 11 de septiembre de 1813, mientras realizaba el sitio a la
fortaleza, Bolívar, emitió un decreto anti corrupción, de los primeros de tipo
administrativo que se conocen, el cual indica en su artículo Nro.1 Todo
aquel que fuera convenido de haber defraudado los caudales de la Renta Nacional
del Tabaco, será pasado por las armas y embargado sus bienes. Mantenía
como norte que todo corrupto es traidor a la Patria.
L a Toma de Puerto
Cabello”, ejecutada el 8 de noviembre de 1823 por el Cmdte. Manuel Cala, subalterno del impertérrito
José Antonio Páez, aplicando el Principio de la Guerra de “Sorpresa”, con tropa semi desnudas, mediante un sigiloso movimiento
nocturno, ocupo los trincherones Corito,
Princesa y Príncipe. Dos días después, se rinden los ocupantes del castillo
de San Felipe, último bastión realista, culminando el día 16 de noviembre, con
la salida de Venezuela, de las fuerzas Españolas, que ocupaban
nuestro territorio desde 1498.
Se materializaba en Puerto Cabello, el sueño de Bolívar,
exteriorizado en Monte Sacro, el 15 de agosto de 1805. La Toma de Puerto
Cabello, nos deja la enseñanza, de ser fuertes en momentos de infortunio,
y de ser generosos, sin jactancia, en
los momentos del éxito. Se ha querido designar el nombre del castillo San Felipe en Libertador, a partir de una solicitud
del coronel Ramón Ayala al general Páez el 17 de mayo de 1824.
Por las situaciones mencionadas, notamos que esta instalación,
desde que quedo en manos realistas, sirvió únicamente, de lugar de martirio de
tantos venezolanos, de allí que la mayoría de los historiadores, se oponen a
esta denominación, aceptando su nombre inicial de castillo San Felipe. No
olvidemos que el valeroso general porteño Bartolomé Salom, ejecutó los primeros
disparos de la emancipación, en Mariara, a las órdenes de Miranda, en julio de
1811, también Salom, se cubrió de gloria, al realizar los últimos cañonazos de
la independencia suramericana, al ocupar el 22 de enero de 1826, la fortaleza
del Real Felipe, en El Callao-Perú, entonces, en manos del jefe español Ramón
Rodil.
El coronel Ignacio Hernández, nacido en San Esteban, por
instrucciones del Gral. Juan José Flores, también porteño, ocupó oficialmente
en febrero de 1832, las islas Galápagos -Ecuador, donde leyó la proclama, e izó
la bandera tricolor, honrando el acto con una salva de fusilería. Una isla
cercana llamada Sta. María, la bautizó “Floreana”
en memoria de Juan José Flores, su coterráneo,
Gracias a esa acción, Ecuador limita con China, Japón y Rusia, .
Con Ignacio Hernández, también tenemos la deuda histórica, de
enaltecer su figura.
Juan José Flores, es el primer Presidente de la hermana República
del Ecuador, es de los pocos militares
en el mundo, de ostentar el grado de
general en jefe en tres países, en este caso, Venezuela, Ecuador y Costa Rica.
Completando la trilogía de los ilustres próceres militares porteños, tenemos al
contralmirante Agustín Armario, de destacada figuración emancipadora, epónimo
desde julio de 1963, de la más importante Base Naval de Venezuela. Durante
tiempos de Cipriano Castro, una deuda
contraída por Venezuela con países europeos, propicio un bloqueo a nuestras
costas al arribar una flota naval combinada de Alemania e Inglaterra, que
procedió a atacar La Guaira, luego a bombardear el castillo San Felipe y fortín
Solano el 13 de diciembre de 1902, para continuar hacia la Barra de Maracaibo, donde sufren
daños que los obligan retirarse. Una segunda guerra, distinta a la
emancipadora, fue la guerra contra el paludismo, iniciada en Morón, que pertenecía al Cantón de Puerto
Cabello, hasta 1981. El líder de esta guerra sanitaria, fue el eminente
medico Arnoldo Gabaldón, al frente de su
ejército de dedetizadores, que inicio su lucha el 2 de diciembre de
1945, en la humilde vivienda de Melecio Castillo. Recordando aquella acción
benefactora el Club de Leones, coloco el 2 de diciembre de 1955, el monumento
al Zancudo Caído.
En la época dictatorial de Juan Vicente Gómez, muchos
dirigentes políticos, pasaron años en los lúgubres calabozos, entre ellos:
Andrés Eloy Blanco, José Rafael Pocaterra, Raúl Leoni y Jóvito Villalba. Andrés
Eloy Blanco, en su famoso discurso ofrecido en el acto de lanzar al mar los
grillos, en febrero de 1936 dijo: "Hemos echado al mar los grillos, y
maldito sea el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla de
hierro en la carne de un hijo de Venezuela".
El “Baile de la Hamaca”, tradición porteña, Patrimonio Cultural del
estado Carabobo; de raíces afro caribeñas, procedente de Curazao, incluida por
primera vez en el calendario escolar 2013-2014, se realiza el lunes y martes de
carnaval, simula el dramatismo, durante un velatorio, donde un
negro se da cuenta de la infidelidad de su mujer, precisamente con el difunto.
La narración del Ultimo Barco
Negrero y el Baile de la Hamaca, son expresiones propias del sentimiento y legado de este puerto de
historias y tradiciones, mantener estas actividades acrecienta el acervo cultural y su
proyección nacional. Este puerto generoso y hospitalario, ofreció cobijo, pan,
trabajo y oportunidades, a tantos extranjeros, llegados con una pequeña maleta
llena de ilusiones y esperanzas, que, agradecidos, en corto tiempo se sintieron
en su segunda patria y se hicieron nuestros.
Una pléyade de porteños le da
lustre al gentilicio, verbigracia José Francisco Molina Sierra, considerado el
Primer Medico Venezolano egresado en 1798,
Guillermo Prince Lara, hermano del Dr. Adolfo, joven estudiante de la
conocida generación del 28, sufrió cárcel y destierro, fallece en Suiza a los veintiséis años, inspiro a
Miguel Otero Silva, escribir la novela
Fiebre, Un digno representante de la porteñidad es el escritor Ramón Díaz
Sánchez, como también Su Eminencia José Ali Lebrún, segundo Cardenal venezolano,
Juan Antonio Segresta. Augusto Brandt, Miguel Elías Dao e Ítalo Pizzolante, por nombrar algunos hijos porteños.
Puerto Cabello, con su bien ganado Título de
Ciudad, se proyecta ante la historia, sin prisa, pero
sin pausa, ha sido testigo mudo, de tantos hechos, hazañas y personajes, bien
denominado por Ítalo Pizzolante en su canto, hoy convertido oficialmente en el
Himno Regional el 17 de julio de 1998; “Puerto azul de leyenda”. Pareciera
que esta maravillosa región, no se dirige hacia la historia, sino que la
historia se dirige hacia Puerto Cabello, cual libro abierto y faro
inextinguible de verdades. No volvamos la mirada al pasado, solo para
extasiarnos en su grandeza, que enaltece la porteñidad.
Corresponde como un objetivo ineludible, lograr oficializar
el 5 de agosto, Día de la Porteñidad.
Así como Miranda expreso a Pedro Gual en francés, en julio de 1812, al conocer
la pérdida de la importante fortaleza, Venezuela está herida en su corazón,
seguro que, nuestro siempre precursor, acompañándonos con su presencia etérea
en este maravilloso lugar, diría, Venezuela
está orgullosa del legado porteño, advirtiendo
a los tiempos, que, gracias a la voluntad de trabajo y superación de sus
habitantes, la grandeza de este señorial refugio porteño, pertenece al presente
y futuro de Carabobo y de Venezuela.
Que así sea
…porque la historia pide que nosotros hagamos historia.
Señores
Eumenes Fuguet
Borregales
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